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A pesar de la falta de recursos de la industria, se ha registrado un aumento en el número de películas producidas a nivel local en el país centroamericano, dicen los realizadores.
Por Antonio Ordóñez para Infosurhoy.com
CIUDAD DE GUATEMALA– El éxito de la industria cinematográfica en Guatemala no se mide en función de la recaudación de taquilla, sino más bien en si es posible exhibir la película.
El año pasado, la película que tuvo mayor éxito en términos de taquilla fue Transformers: Dark of the Moon, con US$1.006.801, según la empresa distribuidora de películas Revsa.
En comparación, la película guatemalteca más exitosa fue la comedia Puro Mula que recaudó US$30.600.
De todas formas, la industria experimenta un boom en el número de producciones, en comparación con otros países centroamericanos. En los últimos dos años, se han producido 17 películas en Guatemala. Costa Rica, por ejemplo, ha lanzado 14 películas desde 2003, según el Ministerio de Cultura costarricense.
“[Guatemala] tiene como fortaleza [para producir cine] que todavía se puede acceder a actores de calidad, mientras que en otros países es carísimo contratar a un elenco profesional”, dice Cecilia Santamarina, productora de la empresa Full Moon Productions, la cual lanzó el año pasado la comedia La Vaca. “Nuestro presupuesto es lo que se llama un micro-presupuesto, porque no excedió los US$100 mil para terminarla”.
El crecimiento de las producciones guatemaltecas permite a los realizadores explotar historias atractivas para la población de 14 millones de habitantes.
La Vaca fue vista por 16 mil espectadores en seis semanas a partir de octubre del año pasado, y también tuvo éxito en el circuito internacional de festivales en 2011, participando en el Festival de Cine Independiente de Cannes, el Festival Centroamericano Icaro, el Festival de Cine Latinoamericano de Ottawa y el International Trailer Film Festival en Nueva York.
Por otra parte, el director Julio Hernández Cordón, de 37 años, ha realizado tres películas – Gasolina, Marimbas del Infierno y Polvo – en los últimos cinco años. Sus películas también han logrado reconocimiento en numerosos festivales de cine. Gasolina (2007) participó en la categoría “Película en Construcción” en el Festival de Cine de San Sebastián, en España.
“Mis historias solo pueden surgir de Guatemala, por lo que mi cine tiene una mirada propia con historias sencillas”, dice Hernández, quien empezó su carrera como productor de un noticiero local hace ocho años.
La compañía de producción de Julio Hernández, Melindrosa Films, no gasta más de 100 mil quetzales (US$12.831), por película, puesto que no utilizan actores profesionales.
Agustín Ortiz, actor principal de la última película de Hernández, Polvo, a exhibirse este año, cree que el cine guatemalteco no tiene restricciones porque el sector no cuenta con la misma tecnología o recursos de otros países.
“Trabajando con Julio me he dado cuenta de cómo es el proceso de una producción guatemalteca. A diferencia de otras producciones, creo que la narrativa de sus películas es más honesta porque sus historias son originales”, asegura Ortiz, quien trabaja como periodista a tiempo completo y antes de personificar a “Juan” en Polvo, su experiencia como actor se limitaba a algunas obras de teatro mientras estudiaba en la Universidad San Carlos.
A pesar del éxito, dificultades
Hernández afirmó que la falta de apoyo del gobierno guatemalteco ha hecho que las empresas cinematográficas deban conseguir sus propios fondos o asociarse con sus contrapartes mexicanas o costarricenses. “En Guatemala es complicado [producir cine] porque no hay infraestructura”, comentó Hernández. “En otros países, la industria cinematográfica está respaldada por el gobierno, pero no en Guatemala”.
Por ejemplo, en Costa Rica, la industria tiene el apoyo del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica, respaldado por el Ministerio de Cultura, el cual presta equipo a los cineastas, ofrece capacitación y organiza festivales con su presupuesto anual de US$ 500 mil.
El gobierno de Guatemala no posee ninguna agencia oficial destinada a financiar cine, aunque si ha apoyado producciones que promovían ciertos temas, tal como Trip de Fran Lepe, de 2011, la cual contó con el patrocinio de varias entidades privadas y de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Contra las Adicciones y Tráfico Ilícito de Drogas (SECCATID) porque el film trataba los peligros del uso de drogas.
“La lucha es dura para todos, sobre todo en la parte del financiamiento. Lo que conseguimos para esta película no cubrió todo el costo monetario de una producción de este tipo”, dice Lepe
Santamarina indicó que la falta de dinero no es el único problema que enfrentan los realizadores guatemaltecos.
“Es también una lucha constante contra prejuicios, contra parámetros mal establecidos por la misma gente. El público no está acostumbrado a ver cine nacional, la conciencia colectiva está alienada por las producciones extranjeras, que son muy caras de filmar y promover”, explicó Santamarina.Michelle Rojas, quien se especializa en fotografía publicitaria para películas, comentó que el cine guatemalteco simplemente no puede competir con las superproducciones que cuestan millones, comoTransformers: Dark of the Moon, cuya producción costó US$195 millones.
La película ganó US$1.120 millones a nivel mundial, lo cual la colocó como una de las películas más exitosas en la historia del cine.
“No se le da mucha importancia al cine guatemalteco, porque se cree que Hollywood es mejor por los efectos especiales”, añadió. “Nuestro cine muestra mucho nuestra realidad nacional, cómo es el diario vivir de la gente”.
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